domingo, 15 de abril de 2012

el Rey la tiene pequeña

Cualquiera que lea solo este titular podría pensar que me voy a referir aquí al tamaño del miembro viril de su majestad. Lejos de mí tamaña indiscreción, hasta ahí podíamos llegar. Carezco de información suficiente al respecto, desde luego, aunque sí quepa intuir, de su tan frecuentemente demostrada pasión por perseguir y abatir animales de desmesurado tamaño, osos, elefantes y así, que cualquier siquiatra podría interpretarlo como un indicativo de un deseo de autoafirmación sexual, al modo de las demostraciones de poderío de cualquier macho alfa o de las cacerías de mamuts de los varones del cro-magnon que tanto inspiraron a Jean Marie Auel.

Aunque ya se sabe que solo se desea lo que no se tiene, no van por ahí los tiros (permítaseme una licencia tan inoportuna). No. La cosa que, a mi entender, tiene pequeña Juan Carlos I, rey de España, es la sensibilidad. En un país malherido por la crisis inventada por los banqueros, que son curiosamente quienes más se aprovechan de ella, en un país en el que cerca de cinco millones de ciudadanos están sin trabajo y se las ven y se las desean para llevar a casa algo de comer, en ese reino suyo en el que los bancos echan a la calle a los parados y a sus familias porque no pueden pagar la hipoteca, su rey, el mismo que reclama a los demás austeridad y 'trabajar todos juntos para superar la crisis' se gasta entre 30.000 y 37.000 euros en matar a un pobre elefante que no le ha hecho nada, eso sin contar los viajes de avión propios y de su séquito y algunas otras minucias. No es que sea pequeña, la sensibilidad que demuestran el monarca, sus consejeros, sus asesores o su misma familia es diminuta.

No es de recibo. No es aceptable. Ni se corresponde con la dolorosa realidad de gran parte de sus súbditos, que están perdiendo a dentelladas de ajuste los derechos que les definían como ciudadanos, ni tiene explicación alguna desde la lógica y la coherencia de la responsabilidad y la ejemplaridad exigibles a un Jefe del Estado. Como tampoco lo es que la gente se tenga que enterar de estos hechos gracias a una fractura ósea fruto de un accidente -porque si no, no se habría sabido-, ocurrido precisamente el mismo día en que en esta España mía muchos, como yo, celebramos la memoria de la proclamación de la II República. 'Justicia poética', que dice mi amigo Adrián. No creo que ni a los elefantes muertos ni a los parados españoles les parezca suficiente justicia.

PD.- De la exquisita documentación del mencionado Vogel he tomado prestadas la foto y el prospecto safariano. Gracias, generoso.

4 comentarios:

Adrian Vogel dijo...

Gracias a su merced Maese Piera. Todo un honor.

Más claro, agua dijo...

El Rey la tiene muy dura... Yo me refiero, concretamente, a la cara.

Anónimo dijo...

La casa real ha dilapidado en un año el prestigio que ganó -hay quien dice que haciendo trampas- en una noche el 23F. Ahora va también a dilapidar el presupuesto. Esos 45.000 euros, que se dispararán a más de 100.000 contando vuelos, séquito, comilonas varias y lo que no se menciona por inconfesable, serán en buena parte, si no en todo, asumidos por diferentes departamentos ministeriales, y no afectarán a su asignación real. Ni la Reina, que vivió de cerca la indignidad de la institución monárquica cuando los generales griegos y que ahora debe de andar reviviendo aquella pesadilla familiar, ha querido interrumpir su viaje para visitarle. Para ella, igual que para la mayoría de los españoles sensibles, ya no es más que un viejo decrépito y metepatas.

Euplinio dijo...

Me adhiero, dura la cara y diminuta la sensibilidad.

Si sentirme súbdito de un reino no elegido casi me "acomplejaba", ahora me avergüenza.