martes, 29 de marzo de 2011

el avaro

A medida que este cuerpo que me cobija se hace mayor, sibilina, paulatinamente se va haciendo cada día más avaro. Me figuro que debe tener alguna razón biológica para hacerlo, a no ser que sea el capricho de un cuerpo malcriado que campa por sus fueros sin importarle que al dueño del continente le fastidien en extremo sus veleidades. No sé si os sucede lo mismo que a mí, o acaso todavía no, bien sea porque no hayáis alcanzado aún la sesentena o porque en el sorteo os haya tocado un cuerpo menos dado al ahorro que el mío. Estad seguros de que, en ese caso, no sabéis la suerte que os alumbra.

Mi cuerpo se queda para sí todos los líquidos que en mi magnaminidad le concedo y atribuyo, sanos siempre y tan naturales como la industria alimenticia (qué dislate que un humano gane dinero por venderle de comer a otro, si lo piensas bien, salvo que seas Ruiz Mateos, que dice que lo pierde) me permite, que si leche con omegatres que va de muerte para el colesterol (preferiría que me fuera de maravilla a mí más que al colesterol, que todo hay que decirlo), que si cerveza sin alcohol, que si agua del filtro, zumos sin azúcar añadido..., todo se lo queda sin devolver ni mu, el muy capullo. Si por él fuera, se me pondrían las piernas como dos botijas antes de gratificarme con una meada de aquellas tan espontáneas con cuyo extremo lapicero me encantaba hacer dibujitos en la tierra o en la pared del cementerio mientras me aliviaba, de joven, tan a gusto... Ahora le castigo a segurilazos y consigo, si va bien la cosa, un par de horas de liquidez y para de contar.

Mi cuerpo retiene sus excrecencias como si fueran de oro, a saber con qué sibilinas intenciones. Quedaron atrás aquellas citas matutinas diarias con el despacho del señor Roca de cuando sentarse y proceder era la suyo merced a una cuidadosa elaboración en calidad y textura con la que mi entonces saludable vestimenta corpórea agradecía mis descuidadas, sincopadas y a con frecuencia insanas aportaciones alimentarias. Yo le maltrataba y él, sabiamente, me devolvía los flacos favores con digestiones poderosas y evacuaciones sistemáticas. Ahora, que cuido con exquisitez cercana a la obsesión las ingestas, reparo en los porcentajes de grasas, promedio las aportaciones diarias de fibra e hidratos, trasiego con mesura, le doy al pescado cosa mala y me mato a yogurazos de soja con muesli, ahora, digo, va mi avaro particular y retiene y endurece de forma exagerada y criminal mis irregulares citas en el despacho que ha convertido, con su avaricia, en refinada sala de torturas. Menos mal que tengo duphalac, que si no...

No queda ahí la avaricia de este acomplejado acompañante que habito. Mi cuerpo limita y distrae a distintos menesteres, de seguro menos placenteros, la propia sangre que otrora bañara generosa los cuerpos cavernosos de mi virilidad propiciando feroces erecciones que, sin vanagloria alguna, fueran discretamente alabadas en mi atestado entorno femenino, agiganta la inútil y estúpida próstata hasta extremos absurdos, y ahorra cual maruja tercermundista en la producción de glándulas de todo tipo, antaño tan procaces y cachondonas de testosteronas y así. Menos mal que le han sacado un genérico a la viagra y así los polvos me salen a mitad de precio, que si no...

A medida que pasan los años, el avaro incrementa sus insaciable exigencias y paulatinamente me voy llenando de química sustitutoria gracias a la cual pervivo, a trancas y barrancas. De modo que, por si acaso, nos vamos a coger mi chica y servidor dos semanitas de vacaciones para darle donde más le duele a este miserable codicioso, en el derroche, la prodigalidad y el despilfarro. Y que se joda.

martes, 22 de marzo de 2011

algunos amigos

Ya decía Goebels, y se ha hecho eco Mourinho recientemente, que cuanto más se repita una mentira más verosimilitud alcanza entre la gente sin sentido crítico. Pocas veces hemos podido apreciar en nuestra historia reciente, opino, una campaña de intoxicación de la opinión pública tan brutal y descarnada como la que ha conseguido arrojar a Gaddafi a los pies de los caballos; sólo comparable, si acaso, con la orquestada por la CIA sobre las inexistentes armas de destrucción masiva de Sadam o con las de la nuclear japonesa TEPCO para evitar que llegaran al público japonés las reiteradas denuncias locales e internacionales por la construcción de centrales nucleares sobre fallas sísmicas o, más recientemente, la aparición de partículas radioactivas en la cadena alimentaria.

Normalmente, las gentes avisadas solían distinguir entre la realidad y estas groseras intentonas de orientar a la opinión pública hacia objetivos fijados de antemano. Pero no está siendo éste el caso de Libia, que ahora tanto nos preocupa. He constatado que algunos amigos de los que habitualmente se ven venir estas campañas de lejos andan ahora mismo despistados y con la opinión en un puño, comiendo aunque a regañadientes del alpiste que tanto abunda en los media y sin saber dónde recabar alguna versión más fiable del esperpento libio. Hay otros, incluso, que les veo y no les creo militando hoy activamente al lado de bombas y misiles, asombrosamente entre ellos más de dos que se proclaman abiertamente ecologistas militantes. Sin sonrojos, sin matices, han hecho suya una cruzada que, lejos de tener como supuesto objetivo (si nos atenemos a la solicitud de la Liga Arabe y a la letra de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU) la creación de una zona de exclusión aérea que impidiera a Gaddafi usar sus aviones para reprimir a los opositores civiles, está transformándose en una alianza estratégica de los supuestos delegados de la ONU con la rebelión armada con el objetivo común de derrocar al coronel.

Como propagandistas de este confuso objetivo que, reitero, se está convirtiendo en una trágica e injusta intervención bélica en los asuntos de un país soberano, no dudan otros en ridiculizar hasta el sarcasmo la figura del mismo al que entregaban hace nada las llaves de Madrid (digo yo que sería tan ridículo o no entonces como ahora, aunque entonces se callaran), o buscando complicidades entre los rojillos evocando cierto rebuscado paralelismo entre la situación libia y la que sufrió la República española frente al alzamiento armado de cuatro generales fascistas con las tropas a su mando, que ya hace falta tenerlos cuadrados y sentir un exceso de necesidad a la hora de encontrar justificaciones para defender esta guerra a la que llaman intervención para no salpicar sus manos de sangre. Claro que cuanto más agitan sus estrafalarias teorías más se les ve el plumero porque más claramente delatan que su objetivo coincide con el de la coalición bélica: derrocar a Gaddafi. Que lo digan de una vez y no vengan siempre con la salmodia de último recurso acerca de esas supuestas matanzas de civiles ante las que cabe hacerse dos preguntas: ¿La rebelión en Libia es de pacíficos civiles o son grupos armados? ¿Disparan ellos, o los misiles y bombas aliados, caramelos de menta? Me pregunto cómo es posible que nadie aporte datos sobre muertos libios en la "intervención" aliada después de cientos de Tomahawks y toneladas de bombas. ¿Hay que volver a hablar de lo que está siendo una información sesgada?

Hay en el mundo docenas de países que languidecen bajo el yugo de docenas de dictadores. Hasta hubo uno que dicen que se comía a sus opositores. Pero todos pueden dormir tranquilos entre su barbarie mientras en su tierra no florezca el petróleo. A muchos de ellos, hasta les bendecirá el imperio y atesorará sus fortunas obtenidas esquilmando a su pueblo, por no asegurar que dispondrán del asesoramiento del Pentágono si las cosas se les ponen feas. Da igual. Son mercado. Pero guay del que tenga petróleo, sobre todo si pretende nacionalizarlo. Ahí se acabaron las bromas.

Si alguno queréis profundizar en las razones de lo aquí manifestado, os dejo unos enlaces:
- Remontándonos a 2008. http://www.afrol.com/es/articulos/30573
- Gaddafi estudia la nacionalización de las compañias petrolíferas extranjeras.
http://www.energy-pedia.com/article.aspx?articleid=133583
- Gaddafi insta a los libios a que apoyen su plan para recuperar los ingresos del petróleo. http://www.energy-pedia.com/article.aspx?articleid=133919
- El Congreso retrasa el plan de reparto de petróleo. http://www.energy-pedia.com/article.aspx?articleid=134161 (Estas tres citas, tomadas del excelente blog de Dizdira, que os recomiendo leer: http://dizdira.blogspot.com/2011/03/libia-revuelta-popular-nuevos-datos.html)
- A veces hasta a El País se le escapa algo http://blogs.elpais.com/aguas-internacionales/2011/03/y-si-los-buenos-no-son-tan-buenos.html http://blogs.elpais.com/aguas-internacionales/2011/03/shakespeae-en-tripoli.html
- Un poco de corazón con mucho que leer http://leonorenlibia.blogspot.com/

sábado, 19 de marzo de 2011

que no, Zapatero, que no

¿Os había contado que vivimos en Rota? Claro que sí. No se puede callar ante tanta belleza, aunque solo fuera para daros envidia, que no es, pero también. Desde mi terraza se ve la ciudad, una auténtica hermosura. Enfrente, al otro lado de la bahía, también vemos Cádiz salvo cuando nos la roba la bruma, que es casi nunca. A la derecha, el Atlántico. Al otro lado, África. Sabemos que está allí sin verla. En África del Norte está Libia.


Desde mi terraza se ve también la Base. Esa que dicen española por la que transitan los americanos como Pedro por su casa, con amplias zonas prohibidas para los autóctonos, mogollón de depósitos de munición o armamento y un puerto en el que la Flota del Mediterráneo, cada seis meses, muda su arsenal en mis propias narices. Las bombas viejas, dicen que lo llevan a explosionar cerca de Zahara, no sé si la de la Sierra o la de los atunes. El material nuevo, siempre dispuesto a emitir su sórdido mensaje de muerte y destrucción, lo cargan a bordo, supongo, sin estrenar, con el sello de fábrica recién impreso en sus lomos. A la izquierda, junto al depósito elevado del agua, relumbran por la noche los focos de la pista de aterrizaje. Sospecho que en breve nos sobrevolarán incontables aviones de esos grises y panzudos, sin apenas marcas exteriores, o cazas y helicópteros. Mis vecinos han declarado una guerra.

Tengo leído que la Liga Árabe les ha dado permiso a los europeos para un eufemismo. Crear una zona de exclusión aérea. ¿Habrá invadido Libia algún país vecino y no me he enterado? No, me dicen a coro los periódicos, la tele, la radio y hasta algún centenar de esos confianzudos tertulianos que me tratan como si fuera gilipollas, -(un momento, que me voy a darle vuelta a un par de cebollitas que estoy pochando a fuego lento, ahora vuelvo)- me dicen todos, prosigo que es que el dictador está masacrando a los rebeldes. Entonces me parece bien que le paren los pies. Leo luego que la policía en Yemen se acaba de cargar a 40 opositores disolviendo a tiros una manifestación pacífica. Supongo que la Liga Arabe dirá lo mismo y dará permiso para el eufemismo. Pero va a ser que no. Tropas saudíes y policías de los Emiratos entran en Baréin para sofocar la rebelión a la llamada de un rey que con sus propios medios ya no les puede hacer más daño y la orgullosa Plaza de la Perla pasa a llamarse Plaza de los Escombros. Supongo que también, pero tampoco, mientras me acuerdo de la represión marroquí sobre el pacífico campamento saharaui y de su muro de aislamiento y condena. ¿Aquí tampoco? Lo mismo hacerle la guerra a Gadaffi ya no me parece tan bien.

Decíamos ayer que no a la guerra. La Historia nos dio la razón, mal que les pese. Pero ahora, inadvertidamente, a muchos de los que se alinearon con nosotros en actos y manifestaciones de protesta contra la genocida agresión internacional a un Irak soberano, están con la boca cerrada, este Gobierno incluido. Zapatero incluido. Se han comido más de 100.000 muertos iraquíes sin pestañear, como bien refleja mi contador de aquí a la izquierda de este texto. Parece que quienes manejan los medios han aprendido la lección de entonces a ahora. Lo han hecho mejor, dejando cocerse a la opinión pública en su salsa mediante noticias trufadas de desinformación y sectarismo. ¡Gadaffi está loco! ¡Ha bombardeado a los manifestantes! ¡Pues anda que su hijo! ¡Los manifestantes aparecen súbitamente armados y pertrechados! ¡Qué espontaneidad, qué capacidad de organización, qué maravilla! Y todos los bienpensantes comiendo del mismo vertedero. Repito este enlace.

Espero que no haya guerra. Yo me opongo a esta guerra de intereses, bastarda y peligrosa. Lo digo alto y claro: ¡no a la guerra, no a esta guerra! Y menos aún si me la traen a casa. A mi tierra. A mi paisaje, poniendo en peligro a mi gente.

Me voy con las cebollas que, con un poco de pimentón picante y vinagre del bueno, al bacalao al horno le van de cine.

jueves, 17 de marzo de 2011

responsabilidad criminal

Hoy, que todos hablan sobre las centrales nucleares, quiero hacerlo acerca de la responsabilidad criminal de los gobiernos que las han adoptado, desarrollado y mantenido contra viento y marea, y de los gobiernos que las adoptan, desarrollan y mantienen en una época en la que la Madre Tierra está demostrando de forma irrefutable que no soporta más agresiones y que su respuesta, en las más variadas formas y gamas (temperatura global, desertización, capa de ozono, huracanes, tempestades, movimientos sísmicos, tsunamis...) aparece definitivamente con virulencia in crescendo ante nuestra bobalicona y permisiva mirada. La Tierra, paradigma del equilibrio, se resiente de las infinitas agresiones recibidas y castiga sin piedad a los culpables, aunque siempre paguen más los más débiles. En el caso de las centrales nucleares, la soberbia de considerar domeñables procesos de extrema violencia per se obtiene como resultado la nefasta paradoja del que construye en su casa una bomba inestable, dispuesta a explotar tras cualquier click, y deja a los niños jugar alrededor sin precaverlos del peligro que les acecha: la catástrofe.

El gobierno japonés ha cometido sistemáticamente y a sabiendas la brutal inconsciencia de construir centrales nucleares sobre fallas geológicas conocidas y potencialmente activas en terremotos, tan habituales en el archipiélago como todos sabemos, permitiendo edificarlas con sistemas de protección anti-sísmica diseñados para movimientos sísmicos de mucha menor escala de los previsibles. Año tras año, ha hecho oídos sordos a la multitud de incidentes que auguraban la cada vez mayor posibilidad de una catástrofe similar a la que ahora ha ocurrido, entendiendo y deseando que no llegue a alcanzar las cotas de holocausto que los más pesimistas presienten y auguran. Ya en 2007, hace cuatro años, The Sunday Times del 21 de julio publicaba una crónica de su corresponsal en la que, tras un terremoto de fuerza 6.8, alertaba acerca de las previsibles posibilidades de una tragedia sin límites. "La central de Hamaoka, declaró Mitsuhei Murata, antiguo diplomático y profesor de la Tokai Gakuen University, enfrenta a Japón con el más grande de sus riesgos: la combinación de un terremoto con un desastre nuclear" (las negritas son mías), publicaba el rotativo.

En el artículo de gatopardo (escuela de periodistas documentados del que reproduzco el enlace), se realiza además un histórico que demuestra que, desde 1999, la Madre Tierra está mandando a los japoneses mensajes de baja intensidad que auguran, ante la irresponsable y criminal ceguera de sus gobiernos y dirigentes, catástrofes como la que ahora por desgracia les afecta. Mientras tanto, aquí, en España, surgen como de milagro y abundan las voces de los minimizadores, léase cómplices, de estas barbaries potenciales, lo que permite interpretar, sin duda, las razones por las que las nucleares son las empresas que más millones dedican al capítulo de "información". Dinero tapa peligro. Pero, como bien afirma Ignacio Fontes en los entresijos de su espléndido estupidiario nacional, "La industria nuclear gastándose millones en corromper voluntades, voces y plumas y viene la tierra, carraspea (Earth quake) y a hacer puñetas toda la propaganda".

miércoles, 16 de marzo de 2011

súbita sordera

Tendré que hacérmelo mirar, porque me debo estar quedando sordo. Vale. Puede que se trate de una sordera selectiva, acaso coyuntural, pero no por ello me parece menos preocupante. No oigo a Trinidad Jiménez hablar de la situación en Baréin, en la que las manifestaciones populares reclamando libertad política, respeto a los derechos humanos y posteriormente, tras el ataque a tiros del ejército en la plaza de la Perla del 17 de febrero (4 muertos, 600 heridos), el fin de la monarquía. Pues nada, que no la escucho a la muchacha decir ni mu. Estirando la oreja me parece reconocer su voz, entre bobos balbuceos acerca de lo bonito que es El Cairo, la ciudad de mis amores, con sus bazares y eso, mencionando algo sobre Libia, mira tu, pero de Baréin no capto nada, y eso que tengo por seguro que se habrá manifestado pidiendo o exigiendo, según le pete a la Trilateral esa o al Club Bilderberg (en el que comparte pupitre con la reina Sofía), que cese la represión sobre el pueblo de allí, pobrecitos, por lo menos hasta que las columnas de blindados de Arabia Saudí y los quinientos policías de los Emiratos Árabes Unidos hayan desfilado por la pomposa Calzada del Rey Fhad camino de su penosa obligación de masacrar a sus hermanos bareníes (o como se diga), que entonces entendería que ya se calle y haga mutis por el foro de la discreción, que los saudíes (o sauditas, vaya usted a saber) son ya cosa seria y harina del costal del petrodolar y es mejor callarse por razones de Estado o de lesa majestad, ustedes ya me entienden.

Por si acaso voy a pedir cita con mi médico para que me mande al especialista que me mande unos análisis para luego volver al especialista y que me diga que parece que lo mío es más bien cosa de la cabeza, cosa que ya sabía yo de antemano, y que no tiene cura pero que pruebe a ponerme unas gotas y me extienda la receta para que las compre y me olvide luego de ponérmelas hasta que se me manifieste otro ataque de sordera selectiva por no escuchar a los dirigentes de Endesa, por un poner, manifestando sus alianzas estratégicas con la japonesa TEPCO en las cosas nucleares y energéticas en general, que seguro que las vocearán a voz en grito ahora que la energía japonesa anda en boca de todos.

lunes, 14 de marzo de 2011

dulzura

Querría escribiros hoy sobre el incalculable riesgo nuclear en Japón (tan lejos) donde podría producirse la fusión del núcleo (ojalá no) de una central igualita que la de Garoña (tan cerca) fruto podrido de un movimiento sísmico en zona proclive para ello (como también lo es España, mira tu, aún en otras dimensiones) y de las decisiones estratégicas de algunos iluminados partidarios de construir una potencial bomba atómica en el desván de su casa (que es la nuestra) con la coartada de que es para obtener energía y silenciar sin embargo la eterna vida de los residuos contaminantes para, si pasa algo, decir luego que eran como hilos de plastilina.

Querría escribiros hoy acerca de la impresentabe situación en Libia, de la que llegan y no paran noticias estrafalarias de bombardeos sobre civiles que no tienen en su respaldo ni tan solo una fotografía a pesar de lo precisos que pueden ser los satélites espías norteamericanos que en las películas aseguran fotografiar desde las alturas la matrícula de tu coche, y en la realidad van y lo hacen, qué puñetas, mientras resulta que los dirigentes de la llamada oposición popular son dos ex-ministros del propio Gadafi (que me cae como el culo, todo hay que decirlo), algo así como Rubalcaba y la Chacón encabezando una rebelión popular contra Zapatero, y resulta también que tienen uniformes y armas pesadas que vienen de no sé dónde y que todo Occidente clama al unísono las maldades del que era amiguito del alma ayer mismo y proclama una intervención militar con el respaldo de la Liga Arabe o de la ONU o de quien sea... O contaros que en un blog que he encontrado hay quien desarrolla otras interpretaciones de la cuestión, documentándola a conciencia y que al leerlo te dan ganas de mirarte al espejo y reírte de tu credulidad o de lo tontos que somos tan a menudo.

En lugar de lo cual, como en el fondo me caéis bien, os inserto esta belleza para que, al menos desde aquí, resuene una explosión de calabaza y mar que arrulle vuestras orejeras y contribuya a serenar vuestro espíritu, que bastante tenemos con las que están cayendo. Canta Carlos Cano, que ya no está aquí para vivir tanta angustia.

martes, 8 de marzo de 2011

colapso

Siempre parece que les va a tocar a los demás. Nunca a nosotros. Cada vez que los telediarios informan (demasiado a menudo ¿no os parece?), de catástrofes naturales, que no es otra que la moneda que nos devuelve el planeta por cada agresión que recibe, nos invade cierta sensación de consuelo al presenciarlo desde la aparente lejanía, inmersos en la nube ficticia de sosiego que imprime el sofá o el cálido saloncito desde el que lo contemplamos por la tele, a menudo impávidos. Parece siempre cosa de otros. Ayer mismo, casi 140 litros por minuto causaron en Algeciras, aquí al lado, inundaciones y destrozos sin cuento. En casa, viendo el mar desde el ventanal de la terraza, era como si la tragedia natural estuviera a años luz de nosotros, cuando casi la teníamos encima.

Hoy, que llueve aquí como si no lo hubiera hecho en años, se me ha ocurrido que podría ser como lo de Algeciras y, por aproximación, he entendido de golpe que cualquier catástrofe natural nos es mucho más cercana de lo que nos parece. No sólo en la teoría, lo que debería provocar una reacción virulenta de defensa a ultranza de nuestro ecosistema, sino también en la práctica cotidiana. Vamos, que a la vista de los daños que se están causando a nuestra madre Tierra con nuestra complicidad silenciosa, más nos valía estar preparados también para que cualquiera de sus airadas reacciones no nos encontrara como víctimas protagonistas de lo que sólo creemos que existe cuando sale por la tele.

A mi amigo Jorge Arranz, enorme dibujante a menudo presente en esta bitácora, le pilló hace dos días el famoso colapso por súbita nevada en la carretera de la Coruña, cuando regresaba con su mujer a casa desde la capital. Salieron a las diez de la noche y, para recorrer 33 kilómetros tardaron cuatro horas y media y al final culminaron a pie los últimos metros de su trayecto. En tan extenso interim tuvo la ocasión de presenciar en lo ajeno y sentir en carne propia miedo, desconcierto, sorpresa, desesperación, reacciones insospechadas, desánimo, gente caminando al lado de su coche, indefensión, frío y desinformación en lo que él mismo califica como una situación surrealista. Así define el caos que vivió: "había máquinas quitanieves bloqueadas y otras que circulaban como kamikazes en dirección contraria, sin señalización. En un punto determinado abrieron la mediana y algunos coches daban media vuelta, imborrable la imagen de ver coches maniobrando para girar 180 grados mientras otros bajaban en dirección Madrid con cadenas, me imagino la cara de espanto de éstos viendo que se les venían encima las máquinas quitanieves y coches saltándose la mediana mientras la radio hablaba de Mouriño...".

Aunque nada mejor para hacerse una idea que disfrutar del dibujo a mano aterida que tuvo tiempo de sobra para realizar en su Moleskine de viaje. A mí me parece precioso.

jueves, 3 de marzo de 2011

hasta otra, Amparo

Me faltaba escribirlo aquí, sólo para vuestros ojos. Se me ha muerto Amparo Muñoz. A sus 56 tacos y bien jodida, que es lo que la perra vida devolvió a quien le había ofrecido tanta hermosura. Muerta de pura belleza.

La conocí cuando se acababa de casar con Patxi Andión, quien la mantenía en una especie de jaula de oro de la calle Aizgorri, junto a la prolongación de Jorge Juan, en lo que se llamaba curiosamente la colonia de las casas baratas, a mi vuelta del exilio parisino, entre finales del 76 o principios del 77. Era una casa de dos pisos en la que el segundo era una sola habitación con la bañera integrada. Pasábamos mucho rato allí hablando con ella y se mostraba muy curiosa acerca de las que fueran las organizaciones antifranquistas. Le hablábamos mi compañera de entonces y yo de las organizaciones de masas y del Partido y ella siempre se interesaba más en el segundo, hasta que le propuse ingresar. Dio el paso y su primera reunión de célula fue en un bar de Vallecas. Para ir a la reunión se vistió muy discreta, con gafas de sol y un pañuelo sobrio a la cabeza. Fuimos en metro y tras comprar el billete me confesó que era la primera vez que viajaba en el metro. Hasta tal punto que, una vez en el andén y al ver llegar el tren me preguntó: "¿Este es el nuestro?" En la reunión, tras presentarla, estuvimos hablando de lo que procedía, todos tan muy clandestinos, hasta que se acercó uno del bar a pedirle un autógrafo. Tuvimos que levantar la reunión y allí comprendimos que ella no podía militar como cualquiera porque era muy reconocible, así que se le dio otro tratamiento más como contacto famoso, aunque enseguida empezaron sus problemas con Patxi y lo fue dejando al encontrarse tremendamente agobiada.

Apoyó en lo que le pedimos y mantuvimos contacto, más como amigos que como militantes, mientras estuvo con Elías Querejeta y hasta su matrimonio con Flavio Labarca, más o menos en el 83, cuando ella ya vivía cerca de Puerta Cerrada y el tipo la tenía enrollada en las drogas duras aunque ella siempre nos lo negara. Poco a poco perdimos la relación. Siempre fue, para mi, una mujer muy preocupada por los efectos de la dictadura y con la fuerte conciencia de clase que correspondía a su familia obrera (ella era secretaria cuando la presentaron al concurso de Miss Costa del Sol, allá por los años 72 o 73). Interesada por aprender y hacerse una cultura, para lo que le recomendábamos y discutíamos con ella libros progresistas y publicaciones del Partido.

Estaba repleta de ternura y era muy buena gente, el objetivo perfecto para tantos cazadores maliciosos que frecuentan el submundo del cine y el famoseo. Amparo lo miraba todo con ojos inquisitivos, preguntaba lo que no sabía sin avergonzarse y reía, siempre reía con una sonrisa hermosa y natural, exenta de sofisticación, sin pose alguna. Pero también era dura, no os engañéis, fuerte y consecuente en sus convicciones, como demostró bajándose voluntariamente del carro de las exigencias organizativas de su representación como Miss Mundo a pesar de perder con ello algunos millones de los de entonces. Luego, en su generosidad sin límites hubo quien encontró el germen de sus flaquezas.

Nunca hasta la noticia de su fallecimiento había perdido yo la esperanza de que la puta vida volviera a cruzar nuestros caminos, allá por su Málaga, siquiera fuera para abrazarla un rato y rodear su cuerpo de un poquito de calor a modo de reconocimiento o de recordatorio de aquella amistad que mató su progresiva palidez con la anuencia de mi indiferencia tan militante.

Siento en el alma que esto no pueda ocurrir, más por mí que por ella.