martes, 29 de marzo de 2011

el avaro

A medida que este cuerpo que me cobija se hace mayor, sibilina, paulatinamente se va haciendo cada día más avaro. Me figuro que debe tener alguna razón biológica para hacerlo, a no ser que sea el capricho de un cuerpo malcriado que campa por sus fueros sin importarle que al dueño del continente le fastidien en extremo sus veleidades. No sé si os sucede lo mismo que a mí, o acaso todavía no, bien sea porque no hayáis alcanzado aún la sesentena o porque en el sorteo os haya tocado un cuerpo menos dado al ahorro que el mío. Estad seguros de que, en ese caso, no sabéis la suerte que os alumbra.

Mi cuerpo se queda para sí todos los líquidos que en mi magnaminidad le concedo y atribuyo, sanos siempre y tan naturales como la industria alimenticia (qué dislate que un humano gane dinero por venderle de comer a otro, si lo piensas bien, salvo que seas Ruiz Mateos, que dice que lo pierde) me permite, que si leche con omegatres que va de muerte para el colesterol (preferiría que me fuera de maravilla a mí más que al colesterol, que todo hay que decirlo), que si cerveza sin alcohol, que si agua del filtro, zumos sin azúcar añadido..., todo se lo queda sin devolver ni mu, el muy capullo. Si por él fuera, se me pondrían las piernas como dos botijas antes de gratificarme con una meada de aquellas tan espontáneas con cuyo extremo lapicero me encantaba hacer dibujitos en la tierra o en la pared del cementerio mientras me aliviaba, de joven, tan a gusto... Ahora le castigo a segurilazos y consigo, si va bien la cosa, un par de horas de liquidez y para de contar.

Mi cuerpo retiene sus excrecencias como si fueran de oro, a saber con qué sibilinas intenciones. Quedaron atrás aquellas citas matutinas diarias con el despacho del señor Roca de cuando sentarse y proceder era la suyo merced a una cuidadosa elaboración en calidad y textura con la que mi entonces saludable vestimenta corpórea agradecía mis descuidadas, sincopadas y a con frecuencia insanas aportaciones alimentarias. Yo le maltrataba y él, sabiamente, me devolvía los flacos favores con digestiones poderosas y evacuaciones sistemáticas. Ahora, que cuido con exquisitez cercana a la obsesión las ingestas, reparo en los porcentajes de grasas, promedio las aportaciones diarias de fibra e hidratos, trasiego con mesura, le doy al pescado cosa mala y me mato a yogurazos de soja con muesli, ahora, digo, va mi avaro particular y retiene y endurece de forma exagerada y criminal mis irregulares citas en el despacho que ha convertido, con su avaricia, en refinada sala de torturas. Menos mal que tengo duphalac, que si no...

No queda ahí la avaricia de este acomplejado acompañante que habito. Mi cuerpo limita y distrae a distintos menesteres, de seguro menos placenteros, la propia sangre que otrora bañara generosa los cuerpos cavernosos de mi virilidad propiciando feroces erecciones que, sin vanagloria alguna, fueran discretamente alabadas en mi atestado entorno femenino, agiganta la inútil y estúpida próstata hasta extremos absurdos, y ahorra cual maruja tercermundista en la producción de glándulas de todo tipo, antaño tan procaces y cachondonas de testosteronas y así. Menos mal que le han sacado un genérico a la viagra y así los polvos me salen a mitad de precio, que si no...

A medida que pasan los años, el avaro incrementa sus insaciable exigencias y paulatinamente me voy llenando de química sustitutoria gracias a la cual pervivo, a trancas y barrancas. De modo que, por si acaso, nos vamos a coger mi chica y servidor dos semanitas de vacaciones para darle donde más le duele a este miserable codicioso, en el derroche, la prodigalidad y el despilfarro. Y que se joda.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé si tiene relación, pero mientras te leía me vino a la cabeza una frase de la canción St. Stephen, de los Grateful Dead (¿te gustan los Dead?): "un hombre recoge lo que otro despilfarra"... quizás sea el mismo hombre. Me encanta ver por aquí a mi héroe de la infancia, el paterfamilias por excelencia D. Pantuflo.

Nieves Córcoles dijo...

Antoine: en eso te pareces a los millonarios y a Hacienda. La obsesión por retener....
Yo también estoy preparando una escapadita al sur. Pásatelo muy bien y muchos besos a ti y a tu chica!

Adrian Vogel dijo...

¡Y qué uestedes lo pasen bien!