lunes, 8 de marzo de 2010

el tiempo de los diuréticos

Conviene explicar que, para este escribiente con larga tradición en la teoría marxista, es habitual anunciar y concluir que las ideas (las suyas) provienen de la materia. Vamos, que es la cruda realidad la que está en el origen del pensamiento, que para algo la cosa estaba basada en el materialismo dialéctico. Sé que puede parecer retorcido, incluso estoy seguro de que lo es, pero traigo estos prolegómenos filosóficos porque vienen a cuento, a modo de muletilla, para explicaros el porqué de mi vuelta al ruedo, tan añorada por tan pocos.

La culpa fue del diurético.

Ignoro si estáis al corriente de los efectos del Seguril, pero por si se diera el caso de que vuestra ignorancia al respective no os permitiera entender el trasfondo (por otro lado evidente) de la cuestión que me ocupa, básteos saber que desde que te tomas la pastillita pasas dos o tres horas visitando regularmente el despacho del señor Roca a toda prisa porque te meas por la pata abajo. Es de lo que se trata, añadiré, ya que este medicamento te lo suelen recetar cuando, por hache o por be o por tacañería ancestral de animal reflejo retienes más líquido del que debieras, de modo que en estos casos llega la química en tu auxilio de la mano de Paco, el médico de la Seguridad Social, a facilitar manu militari su inmediata expulsión convirtiendo el vaciado sistemático de la vejiga en imperativo categórico. Y líbrete el cielo de saltarte o retrasar una sola de éstas periódicas convocatorias porque nada hay más doloroso (y vergonzoso, añadiré) que mear y no echar gota, que tal es la poética de la retención de orina.

Si no conocíais lo dicho, o lo conocierais sólo por experiencia ajena, seguro que también ignoráis que hay que tomar esta dichosa medicina en ayunas para mejor incrementar su efecto, cosa que servidor hace sistemáticamente cada mañana en cuanto se amanece, lo que representa un espacio obligado de permanencia en casa, un no salir que podría convertirse desde luego en una siesta del borreguito (aunque a salto de mata) pero que yo he preferido derivar hacia otras formas de ocio creativo entre las que se incluye escribir este y otros blogs a modo de particular interpretación de este "tiempo de cerezas" que la vida ha querido proporcionarme cual impasse creativo.

El renacimiento de este blog, se debe, así pues, a los diuréticos.

Definitivamente, a modo de corolario, puede afirmarse entonces que queda demostrado que, al menos en este caso, las ideas aquí expuestas provienen de las materias..., fecales.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Fantástica entrada. Me he reído con ganas y con admiración. A las penas, "puñalás". Reconvertir los problemas y sacar partido de los inconvenientes es una gran y rara virtud.
Este blog cada día es más sabio. Y leerte, un placer.

Gustavo dijo...

Cosas de la diurética dialéctica.

Gontzal dijo...

Genial. Desde el particular egoísmo del lector, se agradece la vuelta. Estos ratitos de lectura que no nos los quite nadie. Y cuando pase lo de los diuréticos, que pasará -espero y deseo- que no vuelva usted a abandonar a los forofos.