viernes, 12 de septiembre de 2008

por culpa de un gusano

Aquí llevo, desde que publiqué por última vez, peleando a brazo partido con un puto gusano, worm que le llaman, por más señas uno que se me vino encima cuando visitaba inocentemente una página cualquiera, no queráis saber, y se apropió de mi portátil flameando la bandera de mi supuesta o de cualquier forma voluntaria necesidad de protección contra todo virus maligno. Se hizo fuerte en mi disco duro, me coló de rondón unos cuantos caballos de Troya, cambió el aspecto de mi escritorio por otro realmente alarmante, más rojo que mi propia mismidad y se hizo, ale-hop, con los mandos del sistema. Si no os ha ocurrido nunca, no os lo recomiendo. Si ya os ha pasado, seguro que entenderéis bien lo que digo.

Ahí se iniciaron mis desvelos, preñados de sensaciones entremezcladas, mixed feelings que le dicen los yanqis. Gracias al puñetero bicho me sentía a la vez trasgredido, violado, burlado, explotado, desnudo, indefenso, asequible, vulnerable y maleable como un niño en las garras del ogro de los cuentos. Mis secreto al descubierto, mis intimidades al alcance de cualquiera, mi sensibilidad en pública exposición, al lado de las innombrables fantasías de mis bajos y de las más peligrosas de mis proyectos literarios o vitales. En pelotas en mitad de un Bernabéu repleto, abierto en canal en un quirófano sin paredes, las tripas al sol mortecino de este septiembre que aquí es dulce y delicado como los mofletes de un bebé.

Por ello reaccioné a la vez soliviantado, molesto, enfadado, cariacontecido, desengañado, violento y francamente cabreado ante esta agresión y su/s autor/es, a lo que imaginaba colgados de los pulgares descoyuntados de los pies en un tenebroso sótano privado sometidos a mis más inconfesables caprichos sádicos. Me sublevaba la prepotencia de su proceder, cobarde como los abusos a los que aquellos grandotes del cole nos sometían a los que éramos (entonces) bajitos y endebles, tan arbitrario como ellos, sensación de rabia que evoqué idéntica, furia ciega que me llevó a armarme de los mejores antivirus, asesinos implacables de spyweres que ofrece ese otro mercado ventajista de mercenarios de raros nombres polacos a tu servicio si les pagas bien.

Aquí me tenéis de nuevo al fin, peleando ahora por la supervivencia en un paisaje desolado, panorama después de la batalla, que hay aliados que aplican para salvarte políticas de tierra quemada de la que emergen a duras penas un teclado tartaja, unos navegadores castrados y docenas de aplicaciones cercenadas porque fuego amigo disparó sin dudar a todo lo que se movía. Os escribo y me desaparecen letras al buen tuntún, daños colaterales creo que les dicen, pero que no impedirán que os haga llegar desde estas trincheras mi mensaje triunfal, porque, queridos, puedo deciros desde este cuerpo herido y vendado y mutilado y hecho un asco que he vencido, que hemos ganado los buenos, que el gusano y sus adláteres equinos ya son historia antigua.

Si vierais cómo han quedado ellos...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero qué requete bien escribes...No podías haber descrito mejor la sensación que produce la invasión de un virus. A mí me atacó un troyano, uno de esos que se meten en tu agenda y, con tu nombre, van colándose en los ordenadores de todos tus amigos y contactos que, ingenuos, abren el correo creyendo que eres tú. Éste, gracias a un portentoso y querido informático, descubrimos que venía de Brasil y que se dedicaba a captar los números y claves de las cuentas bancarias. Y ahí tienes tú a todas mis amistades cambiando contraseñas y absolutamente paranoicas con sus ahorros.
Es terrible. Te sientes violado y, como muy bien dices, desnudo en el Bernabeu: saben nuestros secretos y nuestras intimidades, sobre todo, las de los que nos da por escribirlas.

Entre el control de las visas, de internet y de hacienda, estamos absolutamente vigilados. Es como "Un mundo feliz", pero haciéndonos creer que somos libres. A mí, en realidad, me da igual. Lo que yo soy, es sólo mío.

Espero que te recuperes, tú y tu pc, y que nos sigas deleitando con tu maravillosa prosa.

Un abrazo

Más claro, agua dijo...

Al responsable del Troya habría que cortarle... la rima ;-)