jueves, 15 de mayo de 2008

san Isidro vagoneta

San Isidro labrador, / tú que las ovejas guardas, / no le des más hostias al niño / que ya apareció la boina. Parecerá mentira, pero quien fue hasta hace días madrileño de adopción durante tantísimos años es lo único que recuerda en relación con su patrón. Yo venía de Zaragoza, donde lo del Pilar se llevaba tanto que hasta tuve que hacer la primera comunión disfrazado de infantico de la basílica, con el traje heredado de mi hermano, por supuesto, y por allí lo de la Virgen del Pilar dice / que no quiere ser francesa..., se seguía (y se sigue, me consta) llevando cantidad, aunque claro, Madrid se ha hecho tan grande que lo de tener patrono parece que ya no le cuadra y es ahora tan comercial e impersonal que más debería tener patrocinador o apoderado comisionista, como cualquier futbolero que se precie, aunque para pasar de cuartos en la que nos espera lo cierto es que harían mejor servicio un santo o cualquier virgen en buen uso.

A la pradera de San Isidro, constreñida entre altos edificios y con la sola perspectiva verde del cementerio del mismo nombre, acuden ahora únicamente los nostálgicos, los chavales sin imaginación que requieren de una razón externa para justificar el retoce (entendido como presente de subjuntivo de retozar), los feriantes con su chochona o lo que toque este año, los tradicionalistas estilo esa especie de presidenta in-pectores que tanto manda en la cosa, los churros incomestibles, los descuideros, los sempiternos paisajistas, los barquilleros de a millón y nuestros queridos emigrantes en busca de algo de tradición que les permita seguir creyendo que han desembarcado en una sociedad no tan distinta a la suya de origen, al fin y al cabo, desde la ilusión por humanizar el entorno bestia, descarnado, racista e insolidario que sufren cada día.

Por no olvidar orígenes, los habrá que compren rosquillas listas, o tontas, que beban un trago de la fuente del patio de la ermita, besen fugazmente al santo, limpiándose bien los hocicos, que a saber, y se marquen un schotis en las lindes de un ladrillo o cualquier otro bailable en los recintos habilitados convenientemente para ello rodeados de municipales que sólo hacen su trabajo y tiene que haber de todo, como en Coslada. Todo por festejar al santo más vago del mundo, el que en vez de ir a buscar el agua que le pedía su amo, Iván de Vargas, hizo brotar una fuente allí mismo, que para qué se iba a eslomar yendo por ella, o el que se tumbaba a la sombra, diz que a rezar, mistras los angelitos guiaban a los bueyes y la labranza se hacía solita, el mismo que casó con María Toribia la cual, de puro aguantarle, acabó siendo Santa María de la Cabeza.

A su salud levanto una copa de Canasta Cream.

1 comentario:

Más claro, agua dijo...

Santa María de la Cabeza como un Bombo...

"¡Isidro, baja y compra el pan!" Y el fulano (santo, pero fulano) montaba un horno de leña en el salón...

Curioso Madrid :-)