martes, 4 de diciembre de 2007

con paso cansino

Así. Con paso cansino, agotada de su larga y tediosa vida, harta de haber servido tan sólo para una misma cosa tantos años, hastiada de la rutina diaria, ahora sí, ahora no, asqueada de su falta de comunicación con otras de su especie, aburrida de su propia mediocridad, congelada a puros madrugones de escarcha, requemada del inmisericorde sol de ferragosto, vieja, gastada... Lenta, pero al fin decidida, transita la farola su postrera senda, arrastrando tras su cuerpo oxidado los restos de lo que otrora fuera un cableado cobre brillante y ahora son jirones de aquella lozanía que ya ni recuerda, cuando un locuaz político caído en el olvido inauguró su sitio, el tramo que ha sido su único horizonte de por siempre, atalaya desde donde tanta vida vio pasar, junto a la que tantos amores, desamores, furias y prisas desfilaron a toda caña sin reparar siquiera en ella, pobre aunque tiesa farola de carretera, amagada en la linde, frontera nocturna de ninguna parte. Puesto ya el pie en el estribo, con las ansias de la muerte, se encamina por fin hacia su morada definitiva, después de haber sido derribada, maltratada y, lo que más dolió, sustituída por otra nueva generación más alta, más brillante, más morigerada en el gasto e incluso ligeramente más fálica. Nada queda tras ella, y las encinas y los matojos de la Casa de Campo se cierran de nuevo tras su paso, ocultando en el misterio del olvido la senda de las luminarias abandonadas, el camino que conduce al absurdo cementerio de las farolas.

4 comentarios:

Luna Carmesi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Luna Carmesi dijo...

A veces los paseos por el parque pueden darte algun susto (o disgusto), a veces los nuevos diseños del mobiliario urbano aturden mas que acompañan al caminante.
Ufffff...
;-)

Más claro, agua dijo...

Queda tan lejos el Siglo de las Luces...

Anónimo dijo...

Joder, niño, me ha dado una pena terrible la vida cruel de la pobre farola, pero luego, pensando y sopesando, he llegado a la miserable conclusión de que es la vida misma, lo que nos pasa a todos, el devenir del tiempo que da paso a nuevas generaciones que son,en general, más guapas, mas listas, más altas, más delgadas y más preparadas que nosotros.
¡Que lástima! Somos exactamente igual a esa pobre farola. Pero... no podría existir la nueva si no hubiese existido la antigüa y la vieja...tiene su encanto. Incluso, a veces, se la echa de menos "¿te acuerdas de nuestro primer beso? A la luz de una vieja farola que fue testigo de..."
Se hace camino al andar. Y así se deja la huella de una senda que otros podrán seguir. Lo viejo es necesario para que pueda existir lo nuevo...