martes, 31 de julio de 2007

pues era cierto

Acabo de certificar que ayer mismo, tal vez mientras escribía las líneas de la entrada dedicada a su persona, Norberto Antonio Gómez, alias Tito, alias Manolo Sanabria, se hacía humo en el crematorio del cementerio de la Almudena, justo enfrente de donde reposan los restos de Pasionaria y Pablo Iglesias, que es donde vive el gato de la foto.

Prefiero atribuir al descoloque pos-vacaciones mi absoluta ineficacia para encontrar ayer en Internet los datos concretos que certificaran su fallecimiento, antes que a una estupidez menos coyuntural y mucho más hiriente, porque hoy, con la fresca, enseguida he dado con las páginas de la EMSF, más conocida como Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid S.A. donde se encuentran en riguroso orden los sepelios y honras dispuestos para los fallecidos de hoy y hasta de mañana, además de un teléfono en el que una empleada más fría que la picha de un pez, que se decía en mi barrio, me ha comunicado que sí, que si Norberto vivía en Puerta de Moros pues que fue incinerado ayer mismo, mira tu.

Tampoco sé muy bien por qué quería asistir, pero quería. Dejé claro ayer que no éramos especialmente amigos. Pero, lo creáis o no, he sentido con la noticia de su retorno al ciclo del carbono algo parecido a una solidaridad de generación y oficio, una identidad que me parece hasta casi más sólida que la evanescente amistad a la que se suele recurrir como motivo incuestionable para estas presencias forzosas.

Las dificultades que tuve para encontrar un listado de fallecimientos en la prensa diaria, antaño de obligada lectura para las gentes de pro, me llevan a constatar que se está perdiendo el colegueo con la muerte, aquella especie de sana costumbre que consistía en repasar la lista de fallecidos o las esquelas que todos publicaban con el vano propósito (casi siempre) de descubrir el óbito de algún conocido que lamentar o incluso el inconfeso de ver cómo por fin pasaba ante uno el cadáver del enemigo, pero que segregaban en todo caso como denominador común cierta sensación de habitualidad que convertía en normal el hecho incontestable de la muerte, algo que yo echo tanto de menos en estos tiempos de exaltación de la perennidad.

Gracias al listado de la EMSF, me he enterado de que hoy sepelian a una mujer que se apellidaba Gordo al lado de una Delgado, y hasta creo que van a incinerar a otro cuyos dos apellidos, Franco Franco, parecen una evocación de la Plaza de Oriente. En fin, seguro que era demócrata.

2 comentarios:

Beta dijo...

Tio, existe incluso un "diario" dedicado a las necrológicas. Creo que se llama Necrópolis :)

Antonio Piera dijo...

Cierto. Mano de santo para las búsquedas urgentes la tal necrópoli.es. Gracias te son dadas, sobri.