viernes, 2 de febrero de 2007

Elogio del pez payaso

Nos creíamos que la relación entre la humanidad y La Tierra que le acoge era una relación típica de simbiosis, obligada en el caso de los humanos, que precisan imperativamente del planeta para sobrevivir, y aceptada en el caso de la Madre como un mal menor del que le podrían sobrevenir algunas ventajas secundarias. Ni una ni otra parte, que se sepa, han podido hacer nada por evitar esta sociedad obligada. Nadie les preguntó nunca si la deseaban, pues se daba por sentado que así era la cosa.




Veamos un somero ejemplo: el pez payaso necesita una anémona que le albergue. En el mar, su hábitat natural, no puede sobrevivir sin ella, se acostumbra a su mucosidad urticante, la integra junto a sus propias exudaciones y rara vez se separa de ella en toda su vida, si no es para defenderla ferozmente de cualquier ataque. Más de un buceador humano, cientos de veces mayor que este diminuto pez, ha sufrido los ataques del pez payaso cuando se ha acercado, inadvertidamente, a los dominios de una anémona. ¿Qué pasaría si no la defendiera? Probablemente, la anémona sería agredida, dañada y desaparecería. Muerto el habitat, ¿qué futuro le espera al pobre payaso? De todo, menos de risa.

De hecho, puede decirse que una pauta base del comportamiento del animal simbiótico es la protección del elemento que le contiene, guarda y protege. Creíamos en que lo nuestro con la Tierra era simbiosis hasta que se empezaron a observar comportamientos inadecuados en los hombres, comportamientos impropios para con su huésped, que se enfrentaban a esta pauta general. Fue cuando el hombre comenzó a multiplicarse desaforadamente, a consumir sin medida los recursos minerales acumulados en un contenedor, por definición, finito, y los recursos vegetales y animales sin sustituirlos por otros nuevos, a alterar los costosos equilibrios del medio generando millones de toneladas de detritus que no se podían descomponer, gases que alteraban el envoltorio amniótico dentro del que, exclusivamente, es posible su vida…

Busco en la naturaleza algún ejemplo similar de desarrollo ciego. Sé que los hay. ¡Vamos, Antonio, tu puedes! Animales que sólo atienden a su crecimiento, multiplicación, a cubrir sus cada vez mayores necesidades biológicas. Ya está. Ya caigo… Son las tenias, los gusanos, los piojos, los ácaros, las garrapatas…, viven en continua e íntima asociación con el hospedador, dependen metabólicamente del mismo y lo perjudican en mayor o menor grado, causándole un daño en su salud que puede llevarlo a la muerte.

Son los parásitos.

En eso nos hemos convertido. Varios grados por debajo del pez payaso en la escala evolutiva. (Según el informe de la ONU presentado hoy en Francia, el 90% de las graves alteraciones de la Tierra están causados por el ser humano). Si ahora os naciese un hijo, cuando cumpla los 40 años no habrá carbón ni petróleo en este planeta. Pero lo peor es que, si no se resuelven los problemas YA (y me refiero a los que todavía tienen solución), probablemente no alcanzará esa edad.

Ayer, algunos apagamos y otros se reían. Leed esto.

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